sábado, 5 de mayo de 2012

Una pizca de acoso y un cazo de hipocresía.


¿No parece algo fantástico si cuento que hace unos días me encontré con alguien que no veía desde hace muchos años y pensé no volvería a ver nunca? A veces no.
La hipocresía me enferma, me saca de mis casillas, me revuelve las tripas, me da náuseas y me hace vomitar lo que siento en forma de manifiesto.
Hay gente tan sumamente hipócrita que en un fortuito encuentro te saluda como si hubieras sido uno de sus más íntimos amigos, cuando hace a penas un par de años no se fijaba en ti, o lo que es aun peor, te hacía imposible la existencia.
Para él, tú eres un encuentro más. Él para ti es el trasporte al rincón de tu mente en el que almacenas tus peores años, años que tal vez él hizo peores o ayudó a que lo fueran.
El acoso escolar o “bullying” que suena mejor, más bonito y menos fuerte, es algo que sufren 4 de cada 10 niños o adolescentes en nuestras aulas cada año. Por lo tanto si no quieres encontrarte con alguien una de las primeras personas que se te vendrá a la mente será aquel que hizo tu paso por el colegio o instituto un verdadero infierno. Ese alguien que convirtió los años dorados de tu infancia o adolescencia en un calvario, aquel que te dejaba por los suelos cada vez que se cruzaba contigo por los pasillos y al que evitabas en los cambios de clase y a la salida. Ese que conseguía que un buen día fuera una mierda y que de verdad te sintieras como él decía que eras llegando al punto de cometer estupideces al volver del colegio con los ojos inyectados en lágrimas. Ese niñato inseguro y superficial que solo se metía contigo seguramente por creerse más que alguien y olvidarse de que él era mierda de la peor clase, que solo se metía contigo para creer que era menos inútil y que en realidad era aun más de lo que el creía. Por eso te hundía moralmente cada día y bajaba tu autoestima hasta el escalón más bajo.
¿Hay alguna regla escrita sobre como actuar en estos casos, si el destino te pone a prueba y hace que ese repulsivo individuo te salude? Si en verdad la hay yo no la sé. Simplemente sacaría de lo más hondo de mi estómago una falsa sonrisa armándome de valor, saludando y por respeto a mis propios desechos no vomitarle en su asquerosa cara.
Acosados y acosadores, esto va pro vosotros. A los primeros, tranquilos, la vida les da lo que se terminan mereciendo y a lo mejor ese encuentro puede llevaros a un bonito final en el que él termina limpiando la mierda de vuestros zapatos. A los segundos, lo que hiciste mal un día el karma te lo devolverá y aunque no creas en estas cosas yo tampoco, y te digo que tarde o temprano alguna fuerza de la naturaleza te dará tu merecido, no seas tan hipócrita de intentar enmendar en un minuto años de desdicha y métete tu saludo por donde amargan los pepinos por que si pude vivir sin ellos tantos años, créeme que aguantaré mejor los que me queden sin ver tu cara y sin escuchar tus falsas disculpas.



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