jueves, 3 de marzo de 2016

Una despedida es necesaria para un reencuentro, o eso dicen.

Aún no hace un año desde que te escribí por primera y última vez. Aún no hace un año desde que supe que eras el amor de mi vida. Aún no hace un año desde que te colaste en mi interior arrancando el papel pintado de las paredes y dando pinceladas de amor a todo mí ser. Aún no hace un año desde que te enamoré y aún no lo hace desde que comencé a perderte.
Hoy con la fachada del duelo superado y la angustia del haberte perdido, hoy vuelvo a escribirte. No, no me malinterpretes, esta vez no suplicaré tu vuelta, esta vez no lloraré tu ausencia, esta vez no sufriré ante ti el abandono y la soledad que me produce el no saberte mío. No, hoy no, hoy solo vengo a recordarte el por qué un día me elegiste, el por qué te enamoraste de mí.
Una vez, resumiste casi un año de amor en estas palabras: “Cantabria. Barvel. Seat. Sombrero. Macarrones. Te quiero como amigo. Hércules. Hombro. Creo que te quiero. Te quiero. No quiero seguir diciendo que soy tu amiga. Se mi novia entonces. Verano. Sevilla. Cumpleaños. Fiestas. Ferias de Melilla, Aprobados. Ferias de Salamanca. Clases. De estrangis a tu casa. Pelea. Fiestas. Dormirme y TÚ. Despertarme y TÚ.”
Ahora hay una palabra que resuena con más fuerza en ti, una palabra que después de este verano se convirtió en una compañera inseparable que iba con nosotros a donde fuésemos. Un pequeño “pelea” por aquel entonces, que se acabó comiendo todo lo demás. Una sola palabra que repetida demasiadas veces sin sentido ha dado lugar a esto que hoy tenemos, nada. Pero no es justo, no es justo que una palabra hunda a todas las demás, no es justo que alguien nos separase así y que todo haya terminado por la que se coló sin ser invitada. No quiero que ella sea la que termine con nosotros, no quiero que te alejes por alguien que nunca fui, no quiero que la palabra pelea unida al miedo y a una transformación que nunca tenía que haber ocurrido agote nuestras fuerzas de lucha y desgarre el amor que sentimos.
Hoy igual que ayer, igual que la primera vez que te escribí con el corazón agarrotado de pensar en que tu marcha sería algún día definitiva, me descubro ante ti, me abro y te recuerdo lo que jamás pensé tener recordarte.
Sé a día de hoy que en este preciso momento no podemos estar juntos, que aún no puedes borrar de tu cabeza todo el daño que alguien en la que me convertí te causó sin que yo pudiese darme cuenta, pero también sé que me echarás de menos, sé que ya lo haces aunque intentes no hacerlo y sé que cada día que pasa el miedo se va ocultando en lo más profundo y oscuro de tu interior empujado por la luz de nuestras miradas y nuestras sonrisas y sé que en algún momento de tu vida te darás cuenta de que fuimos creados para estar juntos. Es más, ya lo sabes aunque no quieras aceptarlo.
Porque nadie te entiende como yo lo hacía, cada vez que pasábamos horas hablando de cualquier cosa con el único fin de no cortar el teléfono y seguir escuchando nuestras voces a través de él. Porque nadie te cuida como yo lo hacía, cada vez que intentaba arrastrarte al hospital por una leve contusión o un dolor de tripa y movía cielo y tierra si te veía sufrir. Porque nadie te besa y te abraza como lo hago yo, no encontrarás refugio en otros brazos, en otros labios que te llene como lo hacían los míos y te transporte a la felicidad plena solo con ellos. Porque nadie te hace reír así, con nadie podrás ser el que fuiste conmigo, con nadie podrás hacer todas las tonterías, todas las idioteces que hacíamos juntos, porque con nadie tendrás esa plena confianza y con nadie te encontrarás tan a gusto, porque más que pareja éramos amigos. Porque nadie te empuja como yo, nadie te anima como yo a que persigas tus metas y consigas tus sueños, sé que fui tu mejor premio y tu mejor aliciente para conseguir lo que creías imposible, incluso frente a las derrotas en las que te ayudé a levantarte y seguir. Porque nadie te hace sentir más vivo, nadie te hace sentir mejor que yo con solo abrazarte, mirarte o sonreírte. Porque yo soy a quién extrañas más, porque yo soy a quién llamas en medio de la noche cuando no puedes dormir, porque yo soy en la que piensas cuando vuelves a casa sin nadie a tu lado.
Esta historia no es como las demás, no es convencional, por eso ambos sabemos que este fin que puede desencadenar en un nuevo y maravilloso principio. Porque aunque te engañes, me quieres, me extrañas, añoras todos los momentos juntos, echas de menos despertarte a mi lado y hacerme cosquillas, salir conmigo a tomar algo y volver a casa entre risas y abrazos uno siempre encima del otro, extrañas besarme cada vez que me ves y extrañas el darme los buenos días y las buenas noches seguidas de un “te quiero”, añoras que te llame amor aunque no te gustase y añoras mi pelo en tu cara cuando intentábamos ver una película, echas en falta mi abrazo cada vez que te das la vuelta en la cama y mi sonrisa cada día al verte, añoras que fuese solo tuya y poder gritar que nadie me iba a alejar de ti.
No sé en qué momento te darás cuenta de que todo lo bueno vivido supera a una mala época que no volverá, que no dejaremos volver, porque de los errores se aprende y nosotros de este hemos aprendido mucho. Porque nadie me había mirado nunca de la forma en que lo haces tú, ni me había hecho reír así, porque nadie me había tocado como lo haces tú, ni me había hecho sentir así, porque nunca me había sentido más querida, ni más valorada y nunca había tenido tal grado de complicidad con nadie. Desde aquel 28 de febrero no puedo dejar de pensar en ti, en un nosotros, en que esto no se acabará aunque ya lo haya hecho. Porque por mucho que termine tú vivirás siempre conmigo, jamás podré olvidar este maravilloso año y siempre me culparé por hacer de lo mejor de mi vida algo tan corto.

Pero que no se te olvide que en Gran Vía siempre hay sitio y si no lo hay daremos vueltas hasta encontrarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario